📖 REFLEXIONES FILOSÓFICO-LITERARIAS EN EL CAFÉ
"Esos pequeños y virtuales toques al corazón —que diluyen la distancia y reafirman el cálido recuerdo de lo que nunca he visto— son, al final, mi ruta de existencia."
RESEÑA
La ternura en línea de lo nunca vivido
Hay una forma de existencia que no camina sobre tierra firme ni se mide por coordenadas. Una existencia que no necesita cuerpos en presencia ni calendarios compartidos para dejar huella. Es la existencia virtual: ese modo de estar en el mundo a través de señales invisibles, palabras encendidas por el deseo de permanecer, imágenes detenidas en la memoria de quien nunca nos ha mirado en persona.
Vivimos conectados no solo por dispositivos, sino por gestos: un mensaje que llega cuando el ánimo decae, un corazón rojo bajo una frase que nos desnuda, una imagen que parece haber sido publicada para nosotros sin que haya nombre ni rostro que lo confirme. En ese roce etéreo, sutil y electrizante, se asienta una verdad que ya no se puede negar: hay encuentros profundos que solo ocurren en lo inmaterial. Y son tan reales como el aire que respiramos.
Lo más hermoso, quizás, es que esta red —esta telaraña de vínculos flotantes— no depende de haber compartido una ciudad, una infancia, una noche. El recuerdo se forja a partir de lo nunca vivido, y sin embargo se vuelve cálido, íntimo, profundamente nuestro. ¿Cómo se recuerda lo que no se ha tocado? Tal vez porque lo tocamos de otro modo: con el alma en estado de alerta, con una sensibilidad afinada por la espera, con la gratitud del que sabe que no hay promesa de reencuentro, pero sí una chispa que se enciende cada vez que alguien nos lee, nos escucha, nos piensa a la distancia.
La existencia digital no es ausencia de vida: es otra forma de presencia. Y aunque no tengamos a quién abrazar en cuerpo, sentimos el abrazo extendido de las palabras bien puestas, de la sensibilidad compartida, del silencio que sabe escucharnos desde otro lugar. Esa red, tejida con hilos de lenguaje y afecto, se convierte en una morada: ahí habitamos, ahí resistimos.
En tiempos donde la cercanía se ha vuelto un privilegio, elegir vivir —aunque sea fragmentariamente— en lo que nos ofrece la virtualidad, no es una huida: es una forma poética de permanecer.
Porque sí, hay rutas de existencia que no pisan el suelo. Pero son, aún así, profundamente humanas.
– Julio César Pisón
Café Mientras Tanto